¿De la revuelta a la revolución?



Artículo publicado en Publicoscopia el 16 Diciembre 2014

Reflexiono viendo las imágenes de la policía, eso sí vestida de color azul (eso que les dejamos hecho los socialistas: cambiar el gris por el azul), dando estopa a un día sí y otro también, en las manifestaciones, en los desahucios, en las protestas de los yayoflautas y me recuerda viejos, que creía superados para siempre. Bueno, cualquier comparación es odiosa pero me llegan imágenes de aquellas manis en el paraninfo de la ciudad universitaria de Madrid, o las más duras de los “saltos” que hacíamos por las calles de la capital, los “comandos” que llamábamos, organizados desde la sección universitaria del PCE con la colaboración de gentes de la FUDE y otros.

En aquel tiempo aquellas revueltas universitarias confluyeron con el despertar de una clase obrera dormida largos años. Los gritos de “obreros y estudiantes unidos” resonaron en la caverna del franquismo. Con mucho esfuerzo y grandes dosis de valor, ese del que hoy carecemos, quizás porque el miedo a perder lo poco que tenemos (mucho más que en aquel tiempo) nos atenace, nos echábamos literalmente a la calle arrinconando al régimen y favoreciendo su final.

Fueron días duros, muy duros, pero como aquel famoso libro que leíamos con asiduidad: “Así se forjó el acero” de Nicolas Ostrovsky, nos fuimos forjando a golpe de martillo, de palos, despidos, detenciones, torturas….y los pusimos contra las cuerdas. Con un par de cojones, pero también utilizando nuestros análisis, nuestras reflexiones, la fuerza de nuestras ideas.



Un franquismo que en estos momentos históricos vuelve, vuelve con más fuerza si cabe, porque esta vez viene “legitimado” por la fuerza de los votos, nada menos que una aplastante mayoría absoluta, en lo general, en lo municipal y en lo autonómico. Poder absoluto en la política, poder absoluto en lo judicial.

Ahora emerge de nuevo con fuerza, sin tapujos, sin máscaras, utilizando ese rodillo que a día de hoy parece ya ilegítimo para aprobar una ignominia en forma de norma, la denominada ya “Ley mordaza”. Apenas les queda unos meses pero siguen empeñados en que parezca que su salida se nos haga eterna.

Conviene ahora que quienes se quedaron aquel nefasto 20-N, esta vez de 2011, en su casa, o quienes cambiaron su voto propiciando, siendo cómplices en ambos casos de esta vuelta, lo recuerden la próxima vez que vuelvan a las urnas. Ya sé que estaban muy cabreados y con razón con una izquierda timorata y ramplona, que había traicionado a los de su clase pero entre lo malo y lo peor, pues que queréis, me quedo con lo malo.

Ahora han vuelto las revueltas, como en los finales de los 60 e inicios de los 70, liderándolas en ésta ocasión los movimientos sociales. Solo falta para completar la más poderosa arma que tenemos las izquierdas que los y las trabajadoras se unan a ellos. Que de nuevo resuene el grito “obreros y estudiantes unidos”. Sí, obreros, porque últimamente da un poco de pudor definirse como “obrero” a lo que es y ha sido siempre la clase machacada. La derecha nos ha ganado la batalla del lenguaje también en este tema, aunque ahora la antes poderosa clase media se esté proletarizando a marcha forzadas y referirse al proletariado hoy incluye a la mayoría de nuestra sociedad.



Quizás a la vista de ésta situación la revolución que hace años vimos por la tele en los países de norte de África, se tenga que abrir paso también en Europa. Grecia ha iniciado el proceso, le está siguiendo Portugal, también Francia y más recientemente una Italia gobernada por una izquierda de Renzi que parecía ilusionante.  Resulta curioso ver que ahora las izquierdas, Hollande en el país vecino o Renzi acaben suscitando las iras de su propia base social. Sería conveniente que los nuevos dirigentes de la izquierda de este país, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, o Alberto Garzón tomen nota y encabecen un movimiento, que si no lo hacen, les pasará por encima.

La táctica y la estrategia del pasado ya no sirven habría que advertirles a los tres y también a Toxo, o Méndez …., ahora vivimos un nuevo tiempo y o nos adaptamos a él o las masas, sí no os acojone decirlo, las masas, nos pasarán por encima.

Incluyo al líder de un movimiento ilusionante como Podemos, que algunos teorizan como un invento azuzado, potenciado, por el poder establecido para canalizar ordenadamente el cabreo creciente de la sociedad. Lo incluyo en la advertencia porque si no entiende lo que está ocurriendo, si se queda sólo en lo estrictamente electoral le puede ocurrir como al resto.


Quizás la izquierda, toda la izquierda, la antigua y la nueva deban entender que  utilizando los resortes de los análisis clásicos ya sólo queda pasar de la teoría a la praxis siendo capaces de encabezar las revueltas que cada día se dan en las calles del estado.


¿O quizás la revolución?

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