De “Billy el niño” al proceso de paz



Artículo publicado en DEIA el 18 Diciembre 2013

En recuerdo de Enrique Curiel
En los últimos meses una noticia, la de la solicitud de extradición a Argentina para ser juzgado acusado de sus torturas durante el final del franquismo, de José Antonio González Pacheco, alías Billy El Niño, me ha despertado de un largo sueño de 43 años.

Yo fui interrogado, torturado por este canalla a principios de los 70, éste es mi testimonio. Fue en mi época de lucha anti franquista, de militancia en el PCE en sus dos vertientes, la sindical a través de CC.OO. de Artes Gráficas, y estudiantil en la Escuela de Telecomunicaciones de la Universidad  de Madrid. En aquel tiempo se estaba discutiendo el Estatuto para la Politécnica, y la izquierda lideró esa lucha, yo era entonces representante de Teleco, y después de una reunión clandestina en Caminos al salir rumbo al autobús paró bruscamente un Seat 124 negro a mi lado, supe enseguida lo que suponía aquello, bajaron dos policías de la temible Brigada Político Social, uno de ellos era “Billy el niño”. Creo que nunca se borrará de mi mente aquella cara. Ahora la he vuelto a ver de nuevo al saber que una jueza argentina pide su detención y enjuiciamiento, vuelven a mí los recuerdos de aquellos interminables días en la Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol. Aquel tétrico edificio que aún me produce escalofríos al pasar delante, por más que ahora sea la sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid.

En el camino unas cuantas, muchas, hostias, casi todas venidas de Billy y el aviso de lo que vendría después. Reconozco que no fue miedo lo que sentí, quizás porque mis convicciones ideológicas eran tan profundas que estaba preparado para ello, incluso habíamos hecho un curso en el PCE para saber cómo reaccionar. Era una mezcla de rabia, impotencia, de inquietud e incertidumbre.



En ese lugar, en mí soledad, me preparé para lo que venía, había leído con detenimiento aquellas instrucciones y por nada del mundo podía dejar de dar la talla, no podía, ni debía “cantar” nada, porque de eso dependían otros camaradas, y aguanté, aguanté duro, y quizás el aguantar entonces me haya hecho la persona que soy. Quizás en aquellos días y en los que vinieron posteriormente en nuevas detenciones se forjó mi acero, me curtí definitivamente, es probable que me prepararan para aguantar los envites de la vida. Por eso ahora al ver su cara, al recordar sus interrogatorios, sus “métodos”, la bolsa, patadas, o golpes, la tortura física y la psicológica lo siento aún en mis carnes, en mi memoria y me repugna aún más la tortura. Desde aquí alzo mi voz contra ella, más aún si se llegara a practicar desde instituciones del estado, incluso cuando mi partido estuvo en el poder.

Recuerdo cuando Billy “actuaba” dando fuertes golpes en mi nuca situado justo detrás mía y uno de sus compañeros de la BPS le decía “ten cuidado que se te va a ir la mano otra vez y te lo vas a cargar como a Ruano”, llegando a creérmelo. Resuenan esas palabras en mi mente, las heridas se reabren, las recuerdo como si fueran ahora, y cuando él respondía cínicamente “no importa, hacemos como con él, lo tiramos por la ventana y decimos que se quería escapar”, rememorando así la muerte de otro compañero de lucha: Enrique Ruano supuestamente asesinado por aquel tiempo en los interrogatorios y luego lanzado por una ventana para taparlo.

Pienso en Enrique, en todos los Enriques que dejamos por el camino, en los abogados de Atocha, en Arturo Ruiz, o Mari Luz Nájera. Estas líneas son, quieren ser un homenaje a quienes lucharon a mi lado codo con codo en aquella negra época, quizás ahora injustamente olvidados.

Hoy estamos en otro tiempo, pero esta tarde aún otoñal recuerdo aquellos momentos,  aquellos interrogatorios crueles, aquellas gentes, aquellos asesinos, a mis compañeros de lucha, con sensaciones profundas, muy profundas. Veo a quien fue mi abogada de entonces: Cristina Almeida con la que luego me unió una gran amistad, veo aquel símbolo de lucha que fue el despacho de la calle Españoleto de Madrid.  Ahora solo espero que la denuncia prospere y al fin tenga lo que se merece.



Animo a la izquierda, a mi partido de ahora el PSOE y al que militaba en aquellos momentos, el PCE, a que lideren el movimiento para que al fin se haga justicia, por mucho que se ampare en una Ley de Amnistía que jamás se debió aplicar de aquella manera, que estén a la cabeza de las protestas, que no consientan que se pueda multar a las víctimas que les esperan a la salida de la AN. En definitiva a que no le dejen salir indemne de ésta.

Por eso ver que quien acompañaba a las víctimas en su viaje a Argentina era Sabino Cuadra, diputado de Bildu, me produce una sensación de agradecimiento hacia él, pero de tristeza porque no hayan ido también dirigentes del PSOE o IU.

Al verlo allí me trae a la realidad actual aquí, en Euskadi, en Navarra, en el resto del Estado. A esta peligrosa paralización del proceso de paz iniciado con ilusión hace ahora tres años. Puede parecer ilógico ligar ambas realidades pero tienen algunas semejanzas: el recuerdo de un pasado terrible y la necesidad de no repetirlo, la necesidad de luchar contra los elementos más adversos, o el instinto de supervivencia.

Creo que éste es el momento en el que desde ambas orillas las gentes que participamos de la necesidad de terminarlo bien, de que la paz se establezca definitivamente, tenemos la obligación de realizar un ejercicio de imaginación, audacia y especialmente generosidad para conseguirlo y después ser capaces de  caminar juntos por la senda de la reconciliación.
Creo que no solo las izquierdas, no solo PSOE, sus franquicias PSN, PSE, Bildu, IU, o Na Bai, también el PNV debemos unir nuestras fuerzas para presionar al PP y a ETA obligándoles a moverse de su actual parálisis.



Forzarles a que no tengan más opción el primero de mover su obsoleta (debido a la nueva situación) política penitenciaria, creando las condiciones necesarias para que Otegi y el resto de los encarcelados de Bateragune, precisamente los que con su valentía propiciaron esta situación, estén ya en la calle, a paralizar las presiones judiciales y macro juicios, a iniciar un proceso paulatino de acercamiento de presos y la segunda a anunciar un calendario concreto de desarme y su disolución definitiva.



¿Instrumentos para conseguirlo? Los tenemos, gentes en ambas trincheras que ya somos capaces de luchar juntos en una misma, el “Plan de paz y convivencia” puesto en marcha por el Lehendakari Urkullu, ambicioso, sensato, audaz, pero que nace a falta de una pata fundamental, la del PSOE. Creo que en aras de esa generosidad se debe intentar arreglar este imprescindible detalle. También el trabajo de la secretaría creada, más aún por estar dirigida por una excepcional persona, Jonan Fernández. Existe un buen instrumentos, las herramientas son las adecuadas, pero quizás se debiera ser más audaz, más imaginativo e intentar que personas relacionadas con el socialismo, aquellas que creen en este proceso y que tienen larga experiencia para poder revitalizarlo, hacerlo más eficaz y creíble, que las hay, se vean implicadas para que atraigan al resto de su mundo hacia un proceso imparable.

Vivimos un momento complejo, peligroso pero habrá que hacer un ejercicio de lo ya comentado, de imaginación, audacia, valentía y especialmente de generosidad en ambas orillas para ser capaces de presionar, de empujar a los inmovilistas.
 
 
Ahí hemos estado, ahí estamos y ahí estaremos, hoy más que nunca, con el impulso del recuerdo de quien más hizo en vida por ello, combatiente también en la lucha anti franquista: Enrique Curiel. Quizás algún día se haga justicia con su labor intelectual y de acción a favor de la paz.

Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Ex parlamentario y concejal del PSN, actual militante del PSC)
Villava-Atarrabia 16 Diciembre 2013

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