¡Libertad para OTEGI!


El 16 de Septiembre de 1998 ETA declaraba unilateralmente una tregua con carácter indefinido. Aquel periodo que duró apenas 14 meses, hasta noviembre del siguiente año, sirvió para dar realce a una nueva figura surgida en la izquierda abertzale: Arnaldo Otegi. Recuerdo que en una de sus primeras entrevistas después de la declaración de la tregua en un diario catalán respondía a una de las preguntas proclamando con solemnidad: «No me importaría ser el Gerry Adams de Euskadi». De hecho ése fue el titular que eligió el periodista.

No sonaba mal para muchos los que al leerlo recordábamos que había sido uno de los autores intelectuales del ‘‘Pacto de Lizarra’’, y que además, a semejanza del líder irlandés, había militado en la organización armada, por lo que se intuía que algún ascendente podría tener aún. Surgía así una esperanzadora figura para poder llevar las riendas, en su orilla, de las negociaciones hacia la paz.

Después de 14 años hoy la justicia decide si efectivamente ha sido así, si la construcción de la alternativa Bateragune por la que fue detenido, juzgado y condenado realmente fue un proceso para llevar a la izquierda abertzale hacia la senda de la paz y presionar a la organización terrorista ETA al final de su estéril y cruel violencia. Para culminar un proceso de paz serio, es necesario tanto en el campo político como en el ‘‘militar’’ líderes que no sólo apuesten por impulsarlo y fortalecerlo, sino que además tengan autoridad sobre los si suyos y Otegi ha demostrado que lo es.

Una de las veces que he coincidido con él fue en el debate que tuvimos junto a Joseba Egibar en la Universidad de Barcelona en 1999 en el seno del curso que organizaron sobre la transición española, que luego tuvo reflejo en un interesantísimo libro. Me gustó una parte de su intervención, la que aportaba algún breve síntoma de ser de izquierdas.

Decía en aquella ocasión refiriéndose a los retos de la izquierda abertzale: «Cómo hacemos frente en este siglo XXI a la globalización económica, a los problemas que el neoliberalismo está planteando todos los días encima de nuestra mesa. Desde los medioambientales, los referentes al empleo, los sociales, los de ordenación territorial, etcétera. Es decir, cómo sobrevivimos en un mundo globalizado económicamente, y cómo vamos a dar salida a los problemas cotidianos de los ciudadanos vascos con un carácter estratégico». No es que sea un modelo de análisis clásico de izquierda, pero al menos se salía del ‘‘sota, caballo, rey’’ habitual.

Hoy se enfrenta a la posibilidad de continuar en la cárcel y en el caso de que se decida que sí la pregunta que me hago es ¿Eso va a ser negativo o positivo de cara al proceso de paz iniciado?

Batasuna ha declarado que su encarcelamiento lo entorpece y al menos por mi parte desde la profunda discrepancia política que me separa de él y de su organización política coincido con este análisis. No tiene ningún sentido ni en lo jurídico, ni en lo político, ni en lo puramente intelectual.


Otegi ha demostrado en los últimos años que ha sido uno de los artífices de que en estos momentos nos encontramos a las puertas mismas de una paz consolidada, ha tenido la valentía de enfrentarse a ETA en un momento crucial y la ha derrotado en lo ideológico, en el debate que abrieron, él, Rafa Díez, Miren Zabaleta, Pernando Barrena o Rufi Etxebarría y antes una de las figuras que habrá que estudiar y reconocer con el paso del tiempo: Patxi Zabaleta, en el seno de la izquierda abertzale. Si ETA declaró la tregua, si acepto su desarme y si finamente desaparece será gracias al esfuerzo de este grupo que en su momento apostó por esa línea.

Con él fuera además de consolidarlo se fortalecería el debate interno sobre si Batasuna debe ser más una fuerza de izquierdas o nacionalista, si su componente ideológico prevalece sobre el puramente visceral o de pertenencia a la tribu.

No parece descabellado preveer que si gana esa nueva batalla, si la izquierda abertzale es primero izquierda y luego todo lo demás, se abriría un nuevo escenario en la política vasca y navarra. Ya no sería tan descabellado un gobierno con las izquierdas, en Euskadi encabezado por Patxi López y en Navarra, si el PSN rompe sus cadenas con la derecha y decide lanzarse por la senda de esa izquierda.

Empezar a vislumbrar ese nuevo escenario es una obligación para todos pero en especial para los partidos políticos. Otegi en la izquierda tiene capacidad para unir nuestras fuerzas con el fin de ganarle a la derecha, es capaz de dialogar y llegar a acuerdos con las otras izquierdas. Con todas. Por eso es necesario, imprescindible que esté en libertad, que pueda culminar un trabajo que él mismo inició.

Desde estas líneas clamo por esa libertad consciente de que mi capacidad de influir es nula, pero al menos quiero en este mi espacio de libertad de expresión opinar, contracorriente como casi siempre, mi deseo de que hoy sea posible.

¡Libertad para Otegi! Desde mi militancia socialista, de izquierdas, aquí y allí. Recordando que fuí expulsado del PSOE en Julio de 2011, a instancias de los Torquemadas del PSN, por afirmar que: "Otegi trabajaba en el seno de Batasuna para llevarla por la senda de la paz". La historia dictará sentencia sobre aquel hecho.


Comentarios

  1. De acuerdo en casi todo. Pero una cosa muy importante, Otegi fue condenado nada mas y nada menos que a diez años de cárcel cuando él, en el juicio, y casi todos sabemos que es así, lo que hizo es enfrentarse a eta, que se dice muy pronto. Y del enfrentamiento salió vencedor, pero del juicio, con diez años de cárcel a la espalda.

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  2. La verdad es que me enteré por la prensa (je,je,je...)de tu expulsión del PSN. No obstante me alegra de haber encontrado tu blog y, aunque no nos conocemos personalmente, tus artículos generan quietud y derrochan sensatéz en demasía ¡Violento error el del PSN!, lo curioso es que quienes apostaron por la violencia y el radicalismo siguen en sus poltronas...Un saludo y, de nuevo, me alegro de reencontrarme.

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