¿De la revuelta a la revolución? Así se forjó el acero.


Mi reflexión mañanera: Veo las imágenes de la policía, eso sí vestida de color azul, eso que les dejamos hecho los socialistas: cambiar el gris por el azul, dando estopa a los estudiantes en Valencia y me recuerda viejos, muy viejos tiempos. Bueno, cualquier comparación es odiosa pero me recuerdan aquellas manis del paraninfo de la ciudad universitaria de Madrid, o las más duras de los “saltos” que hacíamos por las calles de la capital. Los “comandos” que llamábamos, organizados desde la sección universitaria del PCE con la colaboración de gentes de la FUDE y otros.

En aquel tiempo aquellas revueltas universitarias confluyeron con el despertar de una clase obrera dormida largos años. Los gritos de “obreros y estudiantes unidos” resonaron en la caverna del franquismo. Con mucho esfuerzo y grandes dosis de valor, ese del que hoy carecemos quizás porque el miedo a perder lo que tenemos (mucho más que en aquel tiempo) nos atenace, nos echamos literalmente a la calle arrinconando al régimen y favoreciendo su final.


Fueron días duros, muy duros, pero como aquel famoso libro que leíamos con asiduidad: “Así se forjó el acero” de Nicolas Ostrovsky, nos fuimos forjando a golpe de martillo, de palos, despidos, detenciones, torturas….y los pusimos contra las cuerdas. Con un par de cojones, pero también utilizando nuestros análisis, nuestras reflexiones.

Un franquismo que en estos momentos históricos vuelve, vuelve con más fuerza si cabe, porque esta vez viene “legitimado” por la fuerza de los votos, nada menos que una aplastante mayoría absoluta, en lo general, en lo municipal y en lo autonómico.

Conviene ahora que quienes se quedaron aquel nefasto 20-N, esta vez de 2011, en su casa, o quienes cambiaron su voto propiciando, siendo cómplices en ambos casos de esta vuelta, lo recuerden la próxima vez que vuelvan a las urnas. Ya sé que estaban muy cabreados y con razón con una izquierda timorata y ramplona, pero entre lo malo y lo peor, pues que queréis, me quedo con lo malo.

Ahora comienzan las revueltas, como en los finales de los 60 e inicios de los 70, empezando por los estudiantes. Solo falta para completar la más poderosa arma que tenemos las izquierdas que los y las trabajadoras se unan a ellos. Que de nuevo resuene el grito “obreros y estudiantes unidos”. Sí, obreros, porque últimamente da un poco de pudor definirse como “obrero”. La derecha nos ha ganado la batalla del lenguaje, también en este tema.

Quizás la revolución que hemos visto por la tele en los países de norte de África, se tenga que abrir paso también en Europa. Grecia ha iniciado el proceso y sería conveniente que los nuevos dirigentes de la izquierda de este país tomen nota y encabecen un movimiento, que si no lo hacen, les pasará por encima. Que tampoco nos dé miedo nombrar esa palabra que no siempre nos retrotrae a la del 1917, se puede y se debe hacer sin sangre, con manifestaciones, huelgas, presión social y política.

La táctica y la estrategia del pasado ya no sirven, compañeros Rubalcaba, Navarro, López, Toxo, Méndez, Lara…., ahora vivimos un nuevo tiempo y o nos adaptamos a él o las masas, sí no os acojone decirlo, las masas, nos pasarán por encima. Mirar lo que ha pasado en Valencia, mirarlo y utilizando los resortes de análisis clásicos tomar desde la teoría la praxis que nos lleve a encabezar la revuelta. ¿O la revolución, quizás?

Quizás tengan que volverse a leer aquel famoso libro y después despertar de su letargo echandole un par de cojones, o de ovarios para que no se me acuse de machista, a la cosa.

Comentarios

  1. Está claro. O somos capaces de plantear un mensaje claro y rotundo en favor de los trabajadores o los acontecimientos nos sobre pasarán.

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  2. Compañero, permiteme que me dirija a tí con ese nombre, pues no en vano, tù des de madrid y yo des de Catalunya realizabamos al unisono saltos y comandos.
    Llamas al debate y la reflexión y a pesar de estar de acuerdo en lo fundamental contigo, existe un aspecto que me permito resaltar, entonces, los sindicatos clandestinos, no tenian el grado de burocratización y profesionalidad que en la actualidad. Ahora viven a costa de los asalariados y de las subvenciones públicas, por lo tanto, objetivamente, son aliados del capital y del "nuevo regimen". Algo que no debemos olvidar.
    Gritaran y chillaran mucho, pero a la hora de la verdad, traicionaran y frenaran cualquier tipo de movilización que no puedan controlar.
    Salut.

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