Por la paz, para la paz, hacia la PAZ



Ayer domingo La Gaceta, luego recogida por Intereconomía, publicaba un extracto del libro “Los mil secretos de Rubalcaba” de próxima aparición en el que se me nombra como presente en una reunión que se desarrolló en Leitza, en el casería de mi amigo Patxi Zabaleta, en la que estuvieron presentes además de nosotros dos, Joseba Permach, Santi Kiroga, Pernando Barrena por Batasuna y Enrique Curiel y Alfredo Pérez Rubalcaba por el PSOE siendo yo además el conductor del coche que llevó a estos dos últimos a ese lugar.

En esa reunión, según la misma publicación, se trató del final de la violencia de ETA y de lo necesario para que eso sucediera.

No es la primera vez que se me relaciona con este tipo de actividades, en 1992 el diario ABC publicó supuestamente la transcripción de lo que figuraba en el ordenador que se incautó al colectivo “Artapalo” que dirigía ETA en aquella época en la caída de Bidart. Durante una semana aparecieron publicadas supuestas reuniones en las que habría participado junto con mi amigo Zabaleta en aquel momento dirigente de HB.

No voy a confirmar ni desmentir estos hechos, en lo que se refiere a lo publicado ayer entre otras cuestiones porque debe ser el propio Rubalcaba el que conteste. Lo que sí digo y lo digo alto y fuerte es que todo, TODO lo que haya podido hacer durante los últimos 25 años, especialmente desde que en 1988 conocí a Patxi Zabaleta con el que compartí tertulia radiofónica en la SER durante largo tiempo, ha ido encaminado a la consecución de la paz.

En ese largo y tortuoso camino he ido conociendo a numerosas personas, algunas militantes destacados de la izquierda abertzale. Conozco a Permach, a Otegi con el que participé en 1999 en unas sonadas jornadas celebradas en la Universidad de Barcelona sobre la situación en Euskadi, a Kiroga a Barrena hacia el que siento un especial aprecio y especialmente a Zabaleta al que me une una profunda amistad.

Han sido muchas horas de charla y debate, comidas, cenas, cafés alrededor de una mesa, en las que se mantenían las diferencias políticas pero en las que con el paso del tiempo se establecían vínculos personales de confianza y amistad.

Confianza, esa es la clave. En cualquier proceso como el nuestro es fundamental, especialmente en la parte final, que los interlocutores se tengan confianza, que cuando dicen algo se fíen de ello. Creo que en estos largos años eso lo hemos conseguido. Quizás la miopía de los que en un momento como este dirigen las riendas del estado no entienda el valor de esa confianza, que solo se adquiere con el tiempo y con la profunda relación personal. Ha pasado mucho tiempo desde 1988, pero debiera ser un instrumento utilizado independientemente de quien acabe dirigiendo el proceso final.

Todo, TODO lo que he hecho durante ese tiempo ha ido dirigido exclusivamente a favorecer la paz, a crear las condiciones necesarias y suficientes para que se consolide. Casi todo (menos en una ocasión) con el conocimiento de los compañeros del PSOE y PSN que debían conocerlo y orientarlo. Durante esos años soy consciente de que esas largas charlas me han producido lo que se denomina el “síndrome de Estocolmo”, supongo que a ellos también, pero eso es positivo porque elimina resquemores y favorece situarte en el lugar del “otro”, posición imprescindible para resolver cualquier conflicto.

Me ha acompañado siempre en ese camino mi gran amigo Enrique Curiel, con él pensaba escribir esa parte importante de mis memorias. Ya no está, pero a veces le siento cerca y más en estos momentos. Éramos complementarios, yo impulsivo a menudo irresponsable, él profundamente reflexivo y con la sensatez por bandera. Cuando esto acabe y acabará reivindicaré su figura, porque la considero clave en todo lo ocurrido en los últimos años. Estoy seguro que en la otra orilla habrá quien me ayude en esa reivindicación.

Si (condicional) lo que se señala en ese libro fuera cierto, sería una paradoja y una profunda contradicción que ahora se me expulse por comentar que Otegi trabaja para llevar a Batasuna por la senda de la paz. Si (condicional eso fuera cierto, el partido, perdón el partido no, algunas gentes que lo dirigen, habrían sido muy injustos conmigo y quizás debieran excusarse. No lo espero, tampoco lo necesito porque ya he dicho que lo que hice lo hice para la paz.

Ahora solo espero que esta noticia aparecida ayer no se utilice como arma arrojadiza contra Rubalcaba, que las cuestiones de estado se impongan a las meramente partidistas, porque si el PP gana las elecciones quizás también le sean útiles esas relaciones establecidas durante tantos años.

Desde luego a mí me han servido para abrir mis ojos y enriquecerme en lo personal y en lo político.

Por la paz, para la paz, hacia la PAZ.

Comentarios

  1. .....“síndrome de Estocolmo”, supongo que a ellos también, pero eso es positivo porque elimina resquemores y favorece situarte en el lugar del “otro”, posición imprescindible para resolver cualquier conflicto.

    Eso no es síndrome de Estocolmo, se llama empatía y todos debieramos poseer en un poco más en nuestro quehacer diario con las personas que nos rodean, pero si es para "negociar" un final a esa sinrazón, entonces, es imprescindible.
    Gracias por ello Uriz.

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  2. Siempre he defendido que todo lo que se haga es poco para conseguir la paz y evitar que haya más muertos en los cementerios víctimas del terrorismo.

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