Homenaje a un hombre de estado.






El pasado martes 5 de Abril el Partido Socialista de Madrid PSM le hizo un homenaje a mi amigo Enrique Curiel recientemente fallecido.

Enrique es de esas personas a las que se les echa en falta cuando nos abandonan, un “rara avis” de los tiempos actuales con condiciones personales y políticas que ahora escasean: sensatez, inteligencia, generosidad, valentía, honestidad. De esos que si abundaran más en los partidos, especialmente de izquierdas, probablemente no tendríamos encuestas como la demoledora del CIS que leo esta mañana en la que nuevamente refleja (cada vez con más fuerza) la desconfianza, el recelo y rechazo de nuestra sociedad hacia la clase política. Tremendo.

Por esas raras cualidades que Enrique poseía en ese homenaje nos dimos cita un grupo plural de gentes entre los que nos encontrábamos sus amigos de siempre, aquellos que le conocimos ya en el PCE en una militancia que deja impronta y que le acompañamos por esa preciosa experiencia de la Fundación Europa. También estábamos algunos de los que compartimos largos años de tránsito por lo que se denomina “conflicto vasco”, junto con compañeras y compañeros de su reciente paso, con sus luces y sus sombras, por el PSOE.

De las intervenciones dos llamaron la atención, e incluso crearon polémica y desasosiego. La de Dani Arranz que venía de Euskadi, con él formábamos tándem el amigo Enrique, él y yo junto con Odón Elorza que no pudo asistir. Muchos años de contactos, algunos aún no “escribibles”, charlas, debates sobre un complejo tema que nos pillaba muy de cerca. Enrique esteba preocupado, ocupado con aportar algo a su solución y en mi opinión lo consiguió. Que haya sido posible un artículo de homenaje firmado por enemigos irreconciliables como Patxi Zabaleta y Pernando Barrena, junto con un atípico socialista como yo, es algo que solo Enrique podía conseguir. Decir que había amistades fomentadas por años de trabajo subterráneo, discreto no es decir demasiado y que ese trabajo cimentado en charlas, conversaciones, comidas forjó una confianza muy útil ahora, tampoco. Éste artículo ha pasado inadvertido pero quizás haya sido el fenómeno de más calado que ha provocado su muerte.

Enrique era respetado y apreciado en el mundo de las diferentes culturas de la Izquierda Abertzale y en el del nacionalismo vasco en general. Su visión del camino hacia la paz coincidente con la mía, no en vano hablábamos casi a diario de ello y le acompañé por sus diferentes andanzas por el norte, le convertía en un elemento calve en la necesaria comunicación entre ese río de aguas turbulentas, término que acuñamos hace ya muchos años. No fue el único, “choque de trenes”, “diálogo y negociación”, “entendimiento entre diferentes y muy diferentes” jalonan nuestros artículos de 12 años en DEIA, en el que entramos gracias a una entrañable persona jefe de opinión de este periódico allá por 1999: Félix Macua.

La intervención de Dani fue un poco por ahí. Fue una intervención valiente directa, en la que reflejó con perfección la posición de Enrique sobre la actualidad. Él estaría a favor de la legalización de SORTU y por tanto en contra de llevar este tema a los tribunales, defendía que era el PSOE, Zapatero quien debía llevarse el activo de conseguir la paz, no le gustaba por dónde se deslizaba la política del gobierno de nuestro partido, posiblemente tal y como dijo Dani estaría a favor de solucionar con urgencia el vacío que deja Zapatero a través de un Congreso extraordinario (fue la parte de su intervención que más murmullos de desaprobación consiguió) y en unas primarias estaría a favor de Rubalcaba, con quien hemos colaborado intensamente en los últimos 20 años.

Remató la faena Santiago Carrillo con su lucidez habitual. Parece mentira que con sus 96 años aún de lecciones de análisis a casi todos los presentes. Su llamamiento a la unidad de la izquierda consiguió una sonora ovación y recordaba aquellos gritos de nuestra juventud: “el pueblo unido jamás será vencido” o “por la unidad de obreros y estudiantes” que ya creíamos olvidados.

Nos hizo un llamamiento también a levantarnos ya que nos veía encogidos y es cierto la izquierda actual está acojonada ante la presión política y mediática de una derecha crecida por el paso atrás que estamos dando.

Dani y Santiago nos dieron una lección que parecía dictada por el propio Enrique y estoy convencido que habría asentido a todas y cada una de sus consideraciones.

Cerró el acto Tomás Gómez un líder de futuro cada vez más asentado, que quizás haya llegado demasiado pronto pero que si es capaz de tener unos dignos resultados en Madrid el próximo 22 de Mayo, podría perfectamente entrar en la carrera por el liderazgo dejado por Zapatero. Es una figura de izquierdas, de los de antes impregnado de conceptos democráticos y respetuoso con los diferentes.

Quizás lo que sobró fue algunas intervenciones de gentes a los que Enrique no respetaba, es más yo diría que despreciaba. Él tuvo un paso por el PSOE con luces y sombras pero creo que se va sin que le hayan aprovechado todo su potencial. Un potencial ideológico, de análisis que generó muchos celos y envidias que como en el resto de la vida es lo más peligroso que puede ocurrir. Su carisma, su manera de hablar, de reflexionar, generó recelo entre los mediocres. Quizás haya sido algo común en la militancia socialista de muchos cuadros formados que pasamos del PCE.

Fue el acto de homenaje también un acto lleno de sentimiento de recuerdos y sensaciones y alguna lágrima se asomó al recordarlo. Al abrazar a Carmen, su viuda, pasaron por mi mente muchos momentos vividos, en Pamplona, en Madrid, en San Sebastián o en Leitza. San Fermín, comidas, cenas, partidos de pelota en el frontón Labrit, paseos, charlas, debates. Enrique se enfadaba conmigo con frecuencia, era como su hijo político, un hijo que a veces se le iba de la mano. Él era mucho más sensato que yo y lo que más me duele es que se fue enfadado por lo que hice en el cohete de Villava. Pero nos queríamos mucho, nos apreciábamos y respetábamos profundamente. En los últimos 22 años el trío Enrique Curiel-Patxi Zabaleta-José Luis Úriz, al que luego se añadió Pernando Barrena da para más de una novela.

Ahora nos falta, deja pendiente ese libro que íbamos a escribir conjuntamente sobre el problema vasco, se va sin terminar su obra a favor de la paz, pero cuando ésta llegue me encargaré de que se le recuerde y reconozca, porque una parte importante será suya.

Adiós Enrique, agur amigo.

Comentarios

  1. Yo creo que el encogimiento de la izquierda actual no es culpa de la derecha sino de la política de este gobierno.

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