A Jesús Eguiguren, desde el acuerdo (Publicado en DEIA el 18-03-2011)

En los últimos tiempos mi compañero y amigo Jesús Eguiguren tiene la rara habilidad de levantar sonoras polémicas cada vez que hace públicas sus opiniones sobre el mal llamado “problema vasco”.

Quizás esa sería la primera aclaración que convendría hacer a todas aquellas personas, que ignorando lo que se cuece por estas tierras (Euskadi y Navarra), algunas incluso ni siquiera las conocen, se permiten pontificar sobre todo lo que ocurre por aquí. Cuando alguien teoriza sobre algún tema lo menos que se le puede y debe exigir es que lo conozca, a ser posible sobre el propio terreno, y que se haya empapado de la teoría y la praxis. Se puede entender también ese inmenso interés que suscitan nuestros temas dado que lo que ocurre aquí, afecta allí, pero esa circunstancia no otorga “patente de corso” a todo aquel insensato que quiera opinar sobre ello.

Por otro lado la derecha nacional –considerando el nacional como española- siempre debe tener y lo ha tenido en los últimos años, un chivo expiatorio, un muñeco de feria sobre el que dirigir sus pelotazos, sus dardos envenenados, siempre con la intención de debilitar al PSOE, sea en su vertiente más cercana –PSE- o estatal. Hubo un tiempo que esos dardos iban dirigidos a un alcalde ejemplar como es Odón Elorza. Todavía resuenan las críticas brutales incluso injuriosas de líderes de la comunicación, de los tertulianos más cercanos a la extrema derecha o de dirigentes del PP en su rama más radical.

Ahora le toca a Eguiguren y sobre él dirigen toda su artillería mediática y política. ¿Por qué? Pues la respuesta es obvia: porque entienden que eso les produce una rentabilidad política para las próximas elecciones, las más inmediatas y las futuras. Porque no están por la labor de intentar acabar con la lacra, que ya dura demasiado tiempo, de la violencia en todas sus maneras de expresión, porque en el fondo les aterroriza un panorama político, allí y aquí, sin ETA y porque la paz eliminaría muchos de sus argumentos políticos incluso algún negocio espurio montado a la sombra de esta terrible situación.

Eso por no citar que tienen perfectamente claro que un panorama político sin ETA, en Navarra y en Euskadi les supondría la pérdida del poder que actualmente tienen en la primera y la desaparición de su influencia en la segunda. Más la posibilidad de que la consecución de la paz pudiera premiar a un gobierno socialista debilitado por la crisis económica y que esa victoria que ya casi están celebrando en las elecciones de 2012 pudiera verse en peligro. Su lamentable posición sobre este tema recuerda en algunos aspectos a la que adoptaron ante los brutales atentados de Atocha.

La posición de la derecha, de la extrema derecha españolista en sus vertientes social, mediática y política es nítida, clara, pero: ¿qué está pasando en la izquierda? ¿Cuál es la posición del PSOE respecto a lo dicho por Eguiguren? Incluso cabría preguntarse: ¿que ha dicho que sea novedoso o motivo del terremoto que ha provocado?

Pues no ha dicho nada nuevo, simplemente ha incidido en lo que algunos, pocos, llevamos planteando hace mucho tiempo no sólo aquí, también allí. Solo hay que escuchar las declaraciones, comentarios o escritos que en los últimos tiempos han hecho gentes tan lúcidas y honestas como Javier Pérez Royo, Santiago Carrillo, Herrero de Miñón o nuestro desaparecido recientemente Enrique Curiel. Aunque a algunos nos haya supuesto más de un disgusto, el mío aún sin resolver se lleva la palma, pero con la convicción de que el tiempo nos dará la razón.

Defender, tal y como está la situación en este tema, que el PSOE, el Gobierno del PSOE, debe actuar con inteligencia y prudencia; sí, pero también con imaginación, audacia y generosidad como plantea Eguiguren en su reciente artículo, es un ejercicio de lucidez y sensatez que no debe caer en saco roto, que debe ser escuchado por quien tiene la capacidad de actuar. Cuando nos lanza el aviso de que si fracasa la operación (estratégica y no sólo táctica como aventuran algunos agoreros) puesta en marcha por la izquierda abertzale se corre el riesgo de volver a la situación anterior, lo hace con conocimiento de causa, porque está en primera línea de fuego. Acusarle como han hecho algunos canallas, que con eso compra su seguridad, además de una bellaquería es una insensatez. De todos es sabido que en situaciones límites los más radicales suelen ir, no hacía los del mismo signo entre sus enemigos, sino contra los que tienden puentes, contra los que se empeñan en favorecer el diálogo y el entendimiento. Casos como los asesinatos de Ernest Lluch o Juan Mari Jaúregui lo certifican.

Por eso en esta inestable, aún, situación si se rompiera la cuerda –que nadie sea tan irresponsable de pensar que no puede ocurrir- los que más riesgo correríamos somos precisamente quienes como Jesús apostamos por esa línea de entendimiento.

El mensaje que envía y lo hace conscientemente desde un medio de comunicación con amplia repercusión en el “foro”, es que no nos pensemos que esto ya está hecho, que ya hemos derrotado a ETA y su mundo, porque si no favorecemos, si no potenciamos y ayudamos a quienes con esfuerzo y riesgo han trabajado para reconducirlo por la senda democrática y pacífica, se corre un serio riesgo de que la operación fracase. Y si fracasa nuevamente se pone en peligro vidas humanas que es lo que él plantea son más sagradas que ganar o perder unas elecciones.

Eguiguren ha puesto el dedo en la llaga, desde su profundo conocimiento de lo que pasa y no debe ser tomado a la ligera y menos aún por motivos puramente electoralistas. El mensaje que manda, el que nos manda especialmente a Zapatero, no es una crítica para dañarle como alguno ha insinuado (es lamentable el coro de ignorantes del tema que se ha levantado para defender al líder sin ni siquiera entender qué dice Jesús, posiblemente sin leer el artículo en su totalidad), es un aviso, una recomendación hecha desde el conocimiento de lo que está ocurriendo y de lo que puede ocurrir. Ya hubo otra ocasión anterior parecida y acabo trágicamente con el atentado de la T4, no repitamos los errores del pasado.

Coincido con él en todo lo que señala, en su análisis y también en las recomendaciones. Sólo espero que haya quien, con la capacidad de abstraerse del ruido exterior especialmente el que viene desde una derecha angustiada por las repercusiones electorales que pueda tener el final de la violencia, sea capaz de actuar con sentido de estado. Eguiguren señala a quien quiera entenderle que éste es el momento histórico en el que la paz es posible, que tenemos todas las condiciones favorables para conseguirla, pero también que si no hacemos lo que él con lucidez señala, se puede quebrar llevándonos a nuevos años de dolor y sufrimiento. Vale la pena intentarlo, arriesgarse como lo han hecho por primera vez desde la otra orilla.

Jesús Eguiguren, desde estas líneas mi reconocimiento, respeto y agradecimiento por tu esfuerzo. También, aunque solo sea una pequeña aportación, mi solidaridad más sincera.

Amigo y compañero: estamos contigo. Algún día la historia escribirá tu aportación por la paz.

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